La personalidad de cada uno de nosotros contiene siempre aspectos automáticos, no elegidos. Éstos vienen a ser patrones de pensamiento, de sentimiento o de conducta que nos determinan una actitud extrovertida o introvertida, más tolerante o menos a la frustración, más complaciente con los demás o más defensora de los propios intereses, etc. En los trastornos de la personalidad, alguno de estos rasgos conlleva problemas de adaptación del individuo con su entorno social, causando sufrimiento. La personalidad cambia con el tiempo y la experiencia. En los procesos de psicoterapia se busca el desarrollo óptimo de la misma, de las potencialidades del individuo y de sus relaciones.